donde nos llevó la imaginación, donde con los ojos cerrados...

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dimecres, 26 de novembre del 2014

esto será un libro, algún día

 Nacer,vivir, morir.
 Sería una insensatez resumir la vida en tres simple y agudas palabras. Por qué la vida son silencios y
palabras, llantos y carcajadas. Lo es todo o se convierte en nada. 
La vida es, y de nosotros depende que mientras sea vida, haya motivos sobrados para valorarla por si misma.
Este será el momento en el que tú planees dejar de leerme y abandonar la lectura. No te pido que ahora tengas fe, no, no lo hago.
Date tiempo y dame letras. Te diré, que para que sigas leyendo,  que yo también pasé horas en ese butacón cambiando de estado emocional en segundos.
Provengo de una família de mujeres. Larguiruchas, de tez morena, piel curtida, deslengüadas, luchadoras, tenaces, osadas... digamos que tenemos un adn particular. Nunca hemos destacado en nada y mucho menos hemos saboreado grandes triunfos, aunque he de confesar que me siento una triunfadora. Lo digo hoy e intentaré mantenerlo sea cual sea el desenlace.
Idolatro a dos hombres por encima del resto de humanos masculinos. Al primero mi abuelo. Nos bastaba una barca varada, un chusco de pan y una radio destartalada. Las conversaciones con él se convirtieron en mi credo. su calma siempre pausaba mis alocados impulsos.
Adoraba la hendidura en su piel que dejó la metralla, el color verde de unos ojos que dejaron de ver, sus manos que eran medicina sobre mi barriguita. Su paternal protección. 
El segundo, mi hermano. El silencio lo era todo para él, creo que a día de hoy aún no he compredido cuál era  la disyuntiba real que le atormentaba. 
Era grande en altura y sentimientos, tan grande que su grandeza terminó por convertirle en un puede ser que jamás fue.  Decirle a una madre que su hijo... 
Y así es como aprendí de adolescente la primera gran lección. En realidad no la aprendí, simplemente me espetó e hizo tambalear mis principios.
Lección uno, acatar el "nunca más"
Viras entonces tu rumbo. Echando de menos, planteándote los primeros porqués. Las mujeres de casa librando una de entre muchas batallas. Cada una por su lado, pero en definitiva unidas. Tediosas tardes, suspiros ahuecados. De ellos también se aprende. Sumergirse en el yo más íntimo. Buscarse y rebuscarse. Escucharse, deternerse...

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